La involucion presidencial de Mêxico.

jueves, 30 de enero de 2014

Michoacan y la Coexistencia Pacifica.



























Miguel Angel Ferrer (Rebelion)


En una declaración ampliamente difundida por los medios de comunicación nacionales y extranjeros, el licenciado Enrique Peña Nieto dijo: “El conflicto en Michoacán se atenderá de raíz”. En una interpretación recta, esas palabras significan que será combatido y sustancialmente reducido el fenómeno delictivo que azota a esa entidad.

Pero todos sabemos que eso es materialmente imposible. No digamos su extinción o merma significativa, sino ni siquiera una reducción notoria. Y es imposible porque Michoacán es pieza básica en el entramado de la producción y comercio de diversos tipos de estupefacientes que contribuyen en buena medida a satisfacer la creciente demanda mexicana y estadounidense de mariguana, cocaína y diversas drogas sintéticas. Y mientras exista y crezca esa demanda, tendrá que aparecer necesariamente la producción y el comercio que la satisfaga.

Pero, además, en Michoacán concurren varias condiciones materiales que hacen de la entidad un sitio ideal para este tipo de actividades esencialmente económicas: tierra feraz, mano de obra campesina abundante y especializada, un terreno agreste de muy difícil acceso, enorme experiencia en la producción de mariguana de alta calidad, soluciones rudimentarias pero muy eficaces del problema de abastecimiento de agua, corredores terrestres y marítimos para trasladar la droga al mercado estadounidense y, muy importante, un sólido y en expansión puerto, Lázaro Cárdenas, por donde llegan, procedentes de Oriente, los precursores químicos que permiten fabricar diversas drogas sintéticas. Además, por supuesto, del entramado de corrupción municipal, estatal y federal construido a lo largo de muchos años por los productores y comercializadores de estupefacientes. 

Las palabras del licenciado Enrique Peña Nieto, sin embargo, pueden aceptar una interpretación menos recta. Quizás el mexiquense está diciendo que es posible erradicar la bárbara violencia y la pérdida de control y gobernabilidad que afectan a la entidad sin la tarea imposible de erradicar o disminuir el fenómeno del narco.

¿Es esto posible? Si, desde luego. Ya ha ocurrido en otros tiempos y en otros lugares. Tomando prestadas las palabras de aquel célebre primer ministro de la hoy extinta Unión Soviética, Nikita Kruschov, podríamos darle nombre a ese viejo fenómeno bien conocido y practicado en México y en vastas porciones del planeta: la coexistencia pacífica. Coexistencia pacífica entre productores, comercializadores y autoridades. O, dicho en palabras llanas, un acuerdo. Un acuerdo que permita, como lo ha permitido siempre, la producción y comercio de drogas, reduciendo a su mínima expresión la violencia.

Claro que se trataría, como siempre lo ha sido, de un acuerdo secreto, clandestino, firmado y más o menos cumplido por debajo de la mesa. Una negociación que evite, como lo ha evitado en otros momentos y lugares, en México y en el mundo, la violencia.

Hay, sin embargo, un posible tercer modo de interpretar eso de “El problema de Michoacán se atenderá de raíz”. Esa tercera forma de erradicar o reducir violencia e ingobernabilidad sería la despenalización de la producción y comercio de estupefacientes. No harían falta acuerdos clandestinos. Sería el reconocimiento de que la demanda de un producto implica una oferta que la satisfaga.

Ya marcha por esa ruta el mundo. Todavía tímidamente. Ahí están los casos de varios estados de la Unión Americana en los que ya ha sido despenalizada la producción y el comercio de drogas. Y ahí está, menos tímidamente, el caso de Uruguay, país en el que un presidente lúcido y valeroso decidió, como se dice popularmente en México, agarrar al toro por los cuernos.


Blog del autor: www.miguelangelferrer-mentor.com.mx

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